EL LINAJE DE LAS BRUJAS

Para Samarali

2013.

Era tarde, afuera de la cabaña croaban las ranas humedecidas por la llovizna que había cesado hacía poco. Ese invierno de 1509 fue muy extraño. Últimamente sucedía que la lluvia arreciaba sólo antes de oscurecer, justo cuando el último halo de luz desaparecía y se prolongaba más o menos por dos horas. Sin embargo, en esa ocasión el agua había empezado a caer desde muy temprano en la mañana persistiendo durante todo el día.

«Que extraño», pensó Sara abrigándose con la vieja capa que había pertenecido a su abuela y que ahora le proporcionaba una tibia sensación de protección y cobijo. Mientras se alejaba de la ventana recordó que era el primer invierno que pasaba sin ella. Desde que murió, libraba una tenaz batalla por acostumbrarse a la soledad y, más que eso, al silencio. 

En realidad todo lo que tenía Sara lo había heredado de su abuela. Dos floreros, un pupitre, un candelabro, dos taburetes, algunos utensilios de cocina, unos cuantos manuscritos y libros, un almadraque, un juego de estatuillas de porcelana que eran tesoro familiar, una navaja, dos morteros (uno de piedra y otro de madera), una tetera, un rosario, un par de cobertores, una lupa, dos muñecas de trapo, tres cuadros, algunas herramientas para trabajar la tierra, un caballete y una paleta, un crucifijo, una extraña copa dorada de boca ancha que en el centro tenía pirograbada una rosa de cinco pétalos, y tres espátulas. Eso, sin contar el viejo baúl que permanecía cerrado desde el día de su muerte y que Sara aún no se arriesgaba a abrir.

– Sara, ¿estás ahí? -preguntó Marie con voz agitada mientras pisaba corriendo el pórtico de la casa-.

Marie era la única amiga que tenía Sara, en realidad era la única persona con la que se relacionaba. Se habían conocido poco antes de que su abuela enfermara gravemente. Era una joven delgada, de ojos grandes y cabello comprometedoramente corto. Solía ofrecer verduras con su madre en la plaza de mercado y en sus tiempos libres, siempre a escondidas, “estudiaba” el firmamento. Marie hablaba muy despacio y cuando conversaba solía cambiar de tema repentinamente o sumergirse en profundos silencios para luego retomar la conversación sin el menor atisbo de duda o remordimiento. Sara sospechaba que tenía habilidad para desdoblarse y eso la divertía.

– Ábreme, tengo que contarte algo, es urgente.

Un feroz viento la lanzó contra la puerta en el momento en que Sara la abría. Ésta la recibió en sus brazos, pero Marie siguió de largo.

– Qué pasó, ¿estás bien? -dijo Sara cerrando la puerta tras Marie-.

Quien ahora estaba parada frente a uno de los cuadros, el más grande de la casa, y lo miraba en absoluta perplejidad.

– ¡Marie qué sucede!

Sara vivía a las afueras del poblado de Amiens en una zona montañosa bastante escondida, a más o menos un día (sin noche) de camino del último cinturón de cabañas. Este lugar era el último al que se trasladaron luego de salir súbitamente de Estrasburgo, en la víspera de su cumpleaños número dieciséis.

Aquella noche su abuela entró corriendo y le indicó que debía subir lo que más pudiera al carruaje que tenía dispuesto fuera de la casa. Sara no entendió su premura pero desde muy pequeña se había acostumbrado a los viajes imprevistos y los trasteos atropellados. Sólo una vez, con escasos seis años, se había atrevido a preguntar a su abuela por qué salían de esa forma – ¿Grand-mère  por qué huimos de esta forma?

Claramente descompuesta su abuela logró articular «Porque Dios es hombre». Sara había quedado estupefacta ante tal despropósito… «¿Blasfemia?» se había preguntado en susurros para sus adentros. 

– Han capturado a las hermanas Laveau y a su madre, las han acusado de brujería. Dicen que han tenido comportamientos extraños desde que falleció el señor Laveau. Siempre ha sido conocida en el pueblo la habilidad de la señora Laveau con las yerbas y, puesto que todas las personas la buscan para que les sugiera menjurjes y pomadas, no pasa desapercibida. Dicen que anoche una jauría de gatos chirriaba alrededor de una fogata que ella compartía con sus hijas. Ahora las personnes están gritando que son brujas y que se debe hacer más estricta la vigilancia en Amiens antes de que el mal se propague por todo el poblado. Cuando decidí salir para acá las estaban arrastrando a las afueras de la catedral. Sara debes tener cuidado.

Ésta se rio espontáneamente.

– Nadie sabe que vivo aquí, no hay ninguna posibilidad de que me encuentren y en caso de que eso ocurriera no tengo nada que ocultar: no soy bruja.

Pero también era cierto que no era una cristiana modelo. Su espiritualidad consistía en tres precarias  oraciones, un crucifijo instalado en la puerta y un rosario que estaba sobre su pupitre. Su abuela nunca se esforzó por inculcarle la moral cristiana y Sara sospechaba que lo poco que le había ofrecido tenía el único objetivo de cumplir con ciertos protocolos sociales para «no levantar sospechas». Alguna vez, su abuela, que había estado dubitativa toda la mañana, la llamó y sentándola a su lado en el columpio del antejardín le había dicho: «Sara, jamás te desposes para guardar las apariencias, primero huye, la naturaleza te guardará en sus entrañas».

Sara no tenía muy claro el tema de las sospechas o las apariencias (¿de qué?) pero estaba segura de que aquellos elementos tenían una razón meramente instrumental que nada tenía que ver con una verdadera fe. Además, su abuela había estado muy ocupada enseñándole a leer y a escribir, y formándola en el arte de la pintura con espátula mezclado con una especie de naturalismo pragmático. Era consciente que debían ser prudentes y atesorar sus saberes, pero visto que ella no era ninguna bruja no comprendía cómo su naturalismo y su arte podrían ser tomados por brujerías.

«No soy bruja»,repitió para sus adentros e instantáneamente un breve flechazo acudió a su mente. Cuando era pequeña, su abuela y ella iban constantemente a la iglesia. Se sentaban en la última banca y seguían cada uno de los ritos litúrgicos con absoluta disciplina y silencio. Apenas terminaba la misa eran las primeras en salir. Siempre iban impecablemente vestidas con sus mejores sayos y capas de lana (tenían una túnica para las labores habituales y otra para la misa, ¡un verdadero lujo!). Su abuela llevaba en la cabeza un griñón que disimulaba la abundancia de sus cabellos. Sin embargo, aquella tarea cotidiana no volvió a repetirse luego de la primera vez que debieron salir improvisadamente del pueblo en que, suponía Sara, había nacido.

Ante los fuertes sacudones de Marie, Sara regresó de su trance un poco melancólica y confundida.

– Sara, ¿has estado pintando lejos de casa?

– No, sabes que cuando salgo nunca me demoro y usualmente no llevo las pinturas conmigo.

– Dime la verdad… han encontrado un mazo de madera como a medio día de aquí y estaba cubierto por un color violáceo en la punta. Encontraron también un pañuelo con las iniciales SF, dicen que pertenece a una bruja.

Sara recordó su travesía de hacía una semana: por puro milagro había escapado de la vista de unos cazadores que andaban detrás de un jabalí. Era el mediodía y unos rayitos de sol calentaban su rostro a través de las ramas del roble en el que se hallaba recostada. Llevaba poco más de una hora y estaba triturando algunas semillas y flores en su mortero de madera con el fin de pintar una damascena para conmemorar el primer año del fallecimiento de su abuela.  No quería decirle la verdad a Marie pues desde que se había quedado sola se había tornado sobreprotectora. Constantemente, le decía que tuviera precauciones, que no se alejara mucho de la cabaña y que bajo ningún motivo se acercara a Amiens.

– Quizá estuve hace una semana un poco lejos de aquí, me descuidé y tuve que apresurarme para regresar antes de que anocheciera.

– Sara sabes que esa gente ve brujas en todas partes. Además ¿qué hace una mujer sola en una cabaña en medio del bosque? Sin familia, sin historia y con ese montón de cuadros.

– Soy huérfana Marie, no es mi culpa que mi familia haya muerto de escalofríos y mi madre al tenerme. Eso no me hace bruja.

– Y qué me dices de tu habilidad para leer -dijo señalando un gran libro de tapas verdes que reposaba sobre el pupitre- O para pintar.

– ¿Dices que soy una bruja?

– ¡No! -le dijo Marie acercándose a ella y tomándola tiernamente de sus brazos- pero eres una mujer especial y para ellos eso es suficiente.

– Boberías, Marie. Además primero irían por ti… tienes una personalidad muy desafiante -le dijo para luego aventarse sobre ella con un ataque de cosquillas-.

Marie se había ido después de la cena que había consistido en vino caliente y puré de patatas. Sara había quedado preocupada pues secretamente reconocía que su amiga tenía razón. La Santa Inquisición tenía una predilección casi morbosa por las mujeres y, sobre todo, por aquellas que tenían comportamientos un poco menos habituales que los del resto. Y Sara poseía una vida peligrosamente insólita.

***

Cuando Marie llegó a su casa aquella madrugada, su padre la estaba esperando con un rejo y su madre lloraba en un rincón con la cara enrojecida e hinchada. Habían tenido que mentir para ocultar su ausencia a los demás congregantes. El día anterior fue muy agitado en Amiens. Pese a la brevedad del juicio, veinte minutos cuando mucho, la culpabilidad de las herejes se había revelado incuestionable y los buenos parroquianos se habían visto en la penosa tarea de imponer la justicia divina por mano propia. El resultado: tres brujas menos y un tío desconsolado con diez hectáreas nuevas para la venta.

Marie soportó silenciosamente la reprenda de su padre, ahogando su profundo odio. Además había pasado una velada muy agradable con Sara y el cometido de advertirla estaba cumplido. «Ojalá supiera cuánto está en juego», pensó Marie al recordar a su amiga. Para ella eran tiempos de guerra y lamentablemente cada mujer era un enemigo potencial de la Santa Inquisición. Conclusión a la que había llegado luego de ver cómo crecía la cifra de mujeres asesinadas, o como decían en el pueblo ajusticiadas, por supuesta brujería. «¡Pobre Sara inocente y rara como ninguna!» Aunque si lo pensaba bien, ni ella misma se salvaba del ejército de Dios.

***

Habían transcurrido veintidós días desde la última vez que su amiga la había visitado aquella extraña noche de llovizna y Sara estaba preocupada: desde que se conocían no pasaba semana en blanco. Día tras día su ansiedad se incrementaba y en más de una oportunidad había tenido la quemante necesidad de salir corriendo en su búsqueda, pero las palabras “que no me aleje mucho de la cabaña y bajo ningún motivo me acerque a Amiens sonaron atronadoramente insistentes en sus labios”  escritas en una especie de diario le recordaban la advertencia, la súplica, de su amiga. Sara tenía la costumbre de registrar su vida detalladamente y ésta consistía en sus observaciones de la naturaleza, sus conversaciones con Marie y una que otra disertación con su abuela fallecida.

Al dieciochoavo día había llegado corriendo hasta el corredor de pinos que se encontraba a unos quinientos metros hacia el noroeste en dirección a Amiens. De súbito, había dejado caer las manzanas que estaba pelando y sin reparar absolutamente en nada alzó vuelo. Al llegar al último pino, su sexto sentido la inmovilizó bruscamente y se quedó un tiempo contemplando un viejo sauce, al cabo de unos minutos regresó con el corazón apretujante a su cabaña.

Cuatro días después tenía todo listo: una navaja, una cantimplora con vino, unos pepinillos encurtidos, dos hogazas de pan, polvo de canela, una manzana (para Marie), una chalina y un pequeño pergamino que enrolló y contenía, según su amiga, el mapa de Amiens. Lo había guardado todo en el bolso que había amarrado firmemente a su cintura. Antes de salir ajustó la toca con corbata que escondía su larga cabellera trenzada color chocolate y tomó las cincuenta y nueve cuentas ensartadas que pendían de un clavo sobre su pupitre «por si acaso».

A las diez de la noche había llegado al primer lugar que indicaba aquel mapa: el río Somme. Temerosa pero decidida había avanzado sigilosamente por el puente que la conectaría con la aldea. Por fortuna, aún no estaba por completo amurallada. Luego de atravesado el primer obstáculo, se refugió en unos enormes tablones dispuestos de forma irregular sobre el suelo. Para calmar su ansiedad tomó un poco de polvo de canela y lo puso en la punta de la lengua. Se concentró en el rostro de su amiga… «Estará enferma o quizá su madre» «¿Habrá tenido que trasladarse contra su voluntad por causa de su padre… de forma intempestiva?» No, no lo creía. Marie hubiese buscado la forma de contactarse con ella, de eso estaba segura. Sin embargo, y sólo por un instante, alcanzó a formularse nebulosamente la idea de la muerte pero la borró de inmediato con un sacudón negativo de su cabeza.

Se desplazó cuidadosamente hacia una casona que, en medio de ese entorno fúnebre, se le antojó la más fantasmagórica. Estaba lloviendo. En el pórtico revisó su mapa; éste indicaba que debía girar a la izquierda luego del Campanario ubicado en lo que parecía ser el centro del poblado. Para llegar a él debía atravesar un callejón de casas a su izquierda, de unos veinte metros de largo; luego nuevamente a la izquierda siete metros y finalmente a la derecha hasta salir a un claro. Después de identificar el Campanario de Amiens -recién construido, destruido y vuelto a construir- debía correr en dirección a la Catedral por el costado derecho desde su perspectiva y descender por una escalinata en dirección oeste alrededor de cien metros, pasando dos callejuelas y una posada con un enorme desván (la única) con un letrero que rezaba “Auberge”.  A cinco casas contando desde la esquina, al voltear la cuadra, estaba la casa de Marie.

***

La casa de su amiga no sobresalía del resto excepto porque tenía dos aberturas a parte de la puerta y no una, como se acostumbraba. Una ventana al lado izquierdo y un portillo. El portillo había sido idea de Marie cuando era pequeña y su padre había accedido. Fue en la época en que ella aún no había menstruado y en la que sólo el delantal sobre su túnica ponía en evidencia que era una mujer. Luego de su primer sangrado su padre no volvió a dirigirle la palabra más que para insultarla o imponerle una orden. Sara recordaba esa anécdota que Marie le contaba en algunas ocasiones con expresión indiferente «los hombres temen el sangrado Sara, y sin embargo es lo más maravilloso que tenemos las mujeres, recuérdalo: te hace libre». Marie no deseaba tener hijos.  

Cuando estuvo frente a la puerta una fuerte desazón se apoderó de ella y tuvo que ahogar el llanto con sus dos manos. Tenía un mal presentimiento. Durante los últimos veintidós días Sara se había esforzado por estar tranquila «quizá el mercado ha estado muy activo, con esas nuevas rutas de intercambio que Marie dice que han abierto»…Notó que las piernas le temblaban. No sabía qué hacer en ese punto y se dio cuenta que era lo único que no había planeado. Repentinamente, recordó que su abuela le había enseñado a ulular como las lechuzas y que ese sonido fascinaba a Marie. Estaba segura que lo reconocería si lo hacía en clave como alguna vez lo habían ensayado. Para ello se ubicó en un establo tras unos cubos de paja en dirección diagonal a la casa de su amiga, en la orilla derecha de enfrente. Sacó un pepinillo que comió entero y puso polvo de canela en la punta de su lengua. Meditó durante algunos minutos y tomó el último sorbo de vino que le quedaba, ofreciendo primero un poco a la  tierra como le había enseñado su abuela.

Llevaba seguramente diez minutos ululando, con una frecuencia de tres sonidos por cada cuarenta o cincuenta segundos. Y de repente unos fuertes brazos la arrancaron de su guarida al tiempo que unos alaridos ensordecedores la neutralizaron. No logró comprender qué sucedía hasta que la palabra «sorcière, sorcière, sorcière» (bruja, bruja, bruja) se aclaró en medio del bullicio. Una ola de terror sacudió aún más su cuerpo arrastrado por la muchedumbre.

***

El grupo de viajeros, compuesto mayoritariamente por mujeres, se topó con una extraña cabaña en una zona montañosa al atardecer. Eran desplazados por la guerra de vieja data entre Francia e Inglaterra en territorio francés. Los señores feudales se habían vuelto más sanguinarios (eso si podía hablarse de “más pues para todos ya eran lo suficientemente sanguinarios). Por su parte, los ejércitos reales saqueaban y destrozaban villas completas, sin contar las terribles violaciones y los asesinatos que cometían por diversión. De los viajeros, siete u ocho eran mujeres y entre ellas se encontraba una pequeña niña de seis años. Rodearon cautelosamente el recinto que por su aspecto parecía abandonado: a su izquierda había un terreno plano que en alguna época seguramente habría sido un huerto y a la derecha un columpio colgaba apenas de uno de sus cabos.

Con las armas blandidas (palos, puñales, espadas, ballestas y un par de arcos) se fueron acercando a su objetivo, cual cazadores. Alguien empujó la puerta delantera y en estampida ingresaron todos gritando pero la cabaña estaba vacía. Parte del techo se había desprendido en una esquina y todo estaba lúgubre y lleno de hojas de otoño medio enterradas bajo la nieve que se había filtrado.

Mientras los varones y las mujeres requisaban la cabaña en busca de tesoros ocultos, la pequeña niña exploraba el entorno. El columpio fue su primer destino y lamentó no poder usarlo. Más adelante vio una roca muy curiosa parcialmente cubierta de nieve. Era extraña: tenía forma de rosa pero no parecía haber sido esculpida por nadie ya que era demasiado rustica. La pequeña se sentó un momento sobre ella y luego de un rato más o menos largo divisó una colina que llamó su atención por un momento. Sin embargo, lo que realmente la cautivó fue un grupo de hermosas flores de brezo que estaban a su lado. Eran de un color malva rosáceo y parecían muy resistentes. Eso era seguro puesto que ese invierno de 1531 había llegado más o menos con fuerza. Cuando la pequeña se acercó notó una gruesa lámina de madera que estaba sobre el suelo con un ángulo de inclinación del tamaño de unas tres palmas de su mano, que simulaba una lápida.

Tuvo que retirar algunos pétalos y mucha nieve para poder leer la leyenda; sobre la madera desgastada rezaba: “Chère grand-mère. Nature que vous garder dans son ventre” (Querida abuela. Que la naturaleza te guarde en sus entrañas). La niña se sintió feliz por haber logrado descifrar el mensaje pues comprendía que muy pocas personas tenían ese don y entre los niños que había conocido era la única. Por un rato estuvo meditabunda imaginando la historia de esa “chère grand-mère” y de su “petite fille” quien seguramente la había enterrado. Al cabo de un rato se recostó en la nieve y se quedó dormida.  

La despertó su madre que la llamaba por su nombre desde el zaguán de la cabaña a unos veinte metros. Ella respondió que ya iba y se incorporó adormilada. Al dar un par de pasos tropezó con una enorme raíz de un árbol y cayó al suelo.

***

Casi que habían hecho un inventario de lo que contenía la casa: dos floreros rotos, un pupitre, un candelabro, dos taburetes, algunos utensilios de cocina, unos cuantos manuscritos y libros (algo muy extraño puesto que pocas personas sabían leer y aún peor escribir, sin contar lo costoso que resultaban los libros no manuscritos y el papel pergamino de los manuscritos), un almadraque, un juego de estatuillas de porcelana (material extrañísimo que no había visto ninguno de los visitantes), dos morteros (uno de los cuales carecía de mazo), un par de cobertores, un manual de recetas, una lupa, dos muñecas de trapo, doce cuadros, algunas herramientas para trabajar la tierra, un caballete y una paleta, un crucifijo, una extraña copa dorada, tres espátulas y un viejo baúl que al parecer había sido forzado por algún intruso con el objetivo de acceder a su contenido y que guardaba algunas joyas y un cuadro familiar en que estaban retratadas cuatro personas adultas, una de las cuales tenía en brazos a una niña pequeña de unos diez o doce meses. Fue muy desconcertante «¿para qué abrirlo a la fuerza y dejar atrás su contenido? ¡joyas legítimas!?» había dicho alguien.

***

En la parte más cercana al tronco del árbol, la raíz tenía una especie de cavidad natural. Por pura curiosidad la niña se acercó y hundió su mano tan profundamente como pudo. Con la punta de sus dedos sintió algo: un material tieso como pellejo de animal. Desesperadamente hundió aún más su brazo y con un esfuerzo sobrehumano alcanzó a asirlo. Tiró fuertemente y logró sacarlo por completo. Era un bolso de cuero curtido. Dentro, la pequeña niña encontró dos libros y un lienzo recortado.

Ambos libros tenían algo en común: estaban incompletos. Pero la caligrafía era diferente. Por su parte el lienzo mostraba el retrato en versión miniatura de una mujer joven de cabello ondulado color chocolate, en la parte posterior se leía “Magdalena 1488”. Medía un brazo suyo al cuadrado y se encontraba sin marco y sin soporte, por lo que cabía fácilmente doblado en aquella bolsa. Uno de los libros tenía muchas menos hojas que el otro y estaba menos afectado por el paso del tiempo. La última anotación databa de 1509 y decía algo de ir a buscar a una tal Marie a Amiens. El diario pertenecía a Sara Fleur. El otro diario que perteneció a alguien con iniciales EF contenía fechas que databan desde 1472 y hasta donde pudo ver no se trataba de una secuencia cronológica detallada, pues en algunas ocasiones se pasaba de un año a otro con apenas uno o dos eventos anotados; e inclusive había años en que ni siquiera había registro. Así mismo, la última fecha consignada databa de 1492, fecha en la que al parecer se había suspendido su redacción. En esa última entrada se leía:

“Hace apenas unos días debimos salir del pueblo. Tomé la decisión de huir con la pequeña Sara… la pobrecita ni siquiera camina y ya es huérfana. Creo que corremos peligro. A Magdalena, mi amada hija, la han capturado y la han acusado de brujería. Me la han asesinado con el fuego feroz de los ignorantes y egoístas… consumieron su vida ante la vista de todos… de su propia hija… ¡asesinos asesinos!…”.

La pequeña niña cerró los libros y volvió a esconder los tesoros encontrados. Con lágrimas, juró honrar sus memorias. Ese día se sintió como fiel heredera de un linaje exclusivo que nacía como un grito desde las mismas entrañas de la tierra.

– ¡Samara! – gritó de nuevo su madre-.


Por: Melissa Rojas

Mi relación con la explotación sexual

«¿Yo elegí ser puta?’… Elegir es difícil cuando se limitan las opciones…lo elegí con una pistola en la cabeza. Una pistola de abuso sexual, traumas, pobreza, migración forzada, racismo, desigualdad, falta de educación, falta de amor propio.»1

Mi relación con la explotación sexual ha tenido varias etapas:  La primera fue siendo muy chiquitica (5 o 6 años) en que un familiar me ofrecía regalos por ayudarle a hacer «ejercicio», se acostaba encima mío y hacía flexiones, luego me daba chocolatinas y dulces, más tarde empezó a darme plata y regalos más serios, tangas y bolsitos.

Yo, inocente, un día conté que él me había regalado alguna cosa y él lo negó, empecé a entender que lo que “hacíamos” era clandestino (nótese el plural) para cuando entendí bien lo que pasaba sentí que era mi culpa, pensaba que yo me había «vendido», «prostituido», cuando mi familia se dio cuenta y me llevaron a la fiscalía a denunciar, la actitud de los fiscales fue la misma: “¿no te diste cuenta que no estaba bien? ¿Sí? vea, muy raro”.

A los 10 años una amiga de la cuadra, que tenía 13 y siempre andaba en carros con tipos, empezó a llevar a un man del que decía era el «novio», pero siempre iban era a buscarme a mí, me baboseaba, me miraba las piernas…

Un día me pidió que la acompañara a la casa de él, a ver una película, mientras íbamos en camino ella se devolvió y me dejó tirada en una estación de metro esperándolo. El tipo llegó y ni se extrañó de la ausencia de mi amiguita, me llevó a su casa, me amarró, me quemó… cinco horas después me devolvió al metro con un beso.

Yo no le conté nada a nadie (en ese tiempo era así, nunca hablaba sobre mí con nadie) cuando salí a la calle estaba el grupito de niñas de la cuadra gritándome obscenidades, que si me movía así, que si lo chupaba asa. Me pasmé y no entendí qué pasaba, tuvieron que pasar varios años y encontrarme a mi amiguita y su mamá regentando un negocio de escorts en Medellín, para entender lo que pasó ese día: Me habían vendido, tuve suerte de volver a casa.

Para ese momento ya mi imaginario sexual estaba arruinado, me veía como una puta, entendía mi cuerpo como algo destinado a dar placer a los hombres, mi «primera vez» (voluntaria) fue siendo una estatua y mirando al techo, pensando en otras cosas (y la segunda, la tercera…)

Tuvieron que pasar los años y encontrar un compañerito hermoso e inocente que me hiciera conocer el disfrute de mi propio cuerpo, la ternura. Creí que todo estaba atrás, no relacionaba mis problemas para trabajar en equipo, la irritabilidad, la desconfianza, con lo pasado.

 Pensaba ahora estar segura de quién era, me sentía “empoderada”.

Unos años más tarde me vi sin plata y sin trabajo, pensé ¿Por qué no usar eso que me ha dado tantos problemas -mi sexualidad- para que me mantenga? ¿Por qué no explotar el cuerpo?

Hice un ejercicio:

Me subí al metro e imaginé que, cuando se abrieran las puertas, el primer hombre que entrara, sería mi cliente. A ese hombre tendría que besarlo, chuparselo, de ese hombre tendría que dejarme penetrar.

Hice el recorrido de la línea A así, me bajé mareada, al borde de las náuseas.

No, nunca, definitivamente no así.

Entonces ¿qué tal ser webcamer? sin contacto físico, sin peligro, con control de quienes y qué pueden ver. Tal vez sí. Busqué varios estudios hasta que encontré uno, fui con mi hermanita que también lo estaba pensando.

Nos prometieron el cielo y la tierra, nos vendieron las mejores condiciones laborales con la mayor retribución. Al día siguiente empezábamos: Un turno de 8 horas, sin descanso, la puerta se abría al empezar el turno y se cerraba hasta el final de este.

12 niñas repartidas en 3 salones separados por biombos, viendo y escuchando lo que todas hacíamos. Tu entras a una plataforma de webcamer (con 600 pantallas activas de niñas haciendo lo mismo) y tienes que llevarte gente para tu sala, se gana por «tokens», 1 token: US $0.06. Céntimos de dólar, eso sí logras que alguien te pague, se paga por propinas cuando haces lo que el cliente pide, o si logras llevártelo a un privado, lo cual es difícil porque hay cientos de niñas haciendo cosas más atrevidas que tú, y gratis, so…

Dicen que muchos entran solo para conversar, pues la verdad es que era difícil hablar, yo no activaba mi micrófono porque se escuchaban gemidos (fingidos) de todas las otras niñas. La de al lado parecía tener un orgasmo cada 20 minutos, yo estaba desesperada, tenía calor, quería irme.

Cada cierto tiempo entraban hombres a mi sala y me pedían cosas, uno entró y me dijo que quería un privado, pero que primero me probara la ropa que traía de repuesto, me hizo cambiarme varias veces como a una muñeca barbie y luego se desconectó.

Otro estuvo toda la sesión dándome ánimos (ánimos: haciéndose pajas gratis) y quedó de volver al día siguiente Yo no echaba a nadie de la sala, porque todos eran clientes potenciales, no entendía bien qué hacer y tampoco encontraba motivación para ponerme a dar gemidos de la nada.

Cuando se terminó la jornada, vi que la aplicación había sacado varias fotos mías durante la sesión, no podía borrarlas porque no tenía permiso de administrador. Por la miseria que acababa de ganar, le regalé a Internet una hora mía, de mi intimidad, sin derecho a recuperarla.

Salí aturdida, cogí mi bicicleta y me fui a ciudad del río, me tiré a llorar en la manga, a la media hora me llamó mi hermanita -atacada en llanto- no entendía qué le pasaba, se sentía muy mal, muy triste.

Yo estaba saliendo de una depresión y esa experiencia me mandó al pozo.

No volví por lo ganado ese día, no volví nunca por allá.

Tuvo que ser así para entender cosas pasadas, empecé a relacionar mi sentimiento de frustración, de poca valía, esta vez no tenía que ver con la violencia física, con el asco de las huellas ajenas, con el contacto indeseado.

¿Por qué me sentía igual que en otras ocasiones, si esta vez -supuestamente- no fui ultrajada? Llegué allá por mi propia voluntad y demás carretas. Empecé a entender cosas nuevas sobre la voluntad, sobre el consenso, sobre el valor de mi intimidad

Llegar a ese lugar por hambre y necesidad, no es igual a llegar voluntariamente, el hambre es una pistola que nunca baja. Desnudarme sin imposición física ajena, excusando la necesidad del trabajo, volviendo a patrones de indefensión aprendida, no es consenso, no es voluntario

Mi intimidad vale mucho para permitir que extraños posean vídeos y fotos que nunca más me pertenecerán, sin saber quiénes son, ni para qué los han de usar. Mi intimidad es mía, pertenece a mi disfrute y es solo para eso, para mi encanto y regocijo

Pretender que es voluntario vender tu intimidad sexual, cuando la motivación es la necesidad, no tiene nada de voluntario, repite patrones de explotación, de abuso del consenso.

Por otra parte ¿quienes consumen estos contenidos? ¿Hay alguna relación entre el familiar que me abusaba y pagaba con dulces, el tipo que me compró a una amiga, y el que me vistió y desvistió como a una barbie a través de la pantalla? ¿Algo, aparte de mí, los vinculaba?

Claro que sí, son hombres que pagan por sexo, pagan por aquello que -sin dinero, ofrendas, chantajes de por medio- no obtendrían. Creen que pueden hacerlo, se sienten habilitados para ello, aunque algunos hechos sean más delictivos que otros

El consumidor de webcam se sentirá mejor persona que mi violador de niña, pero siguen los mismos patrones: PAGAN, no tienen en cuenta el consenso, ni el disfrute, ni el valor, sólo su propio placer y el saber que poseen dinero, autoridad, PODER.

Hace poco me inscribí en una plataforma en donde se ofrecen clases de materias básicas y cuidado del cuerpo, me contactó un ruso, Pavel, quería que le ayudara a aprender estiramientos y a descontracturarse, estuvo yendo a mi casa, a la tercera sesión me ofreció dinero por sexo.

Me enfurecí, no entendía de dónde venía mi indignación, y él tampoco, le parecía perfectamente natural, me decía que, si yo no quería, seguramente conocía alguna amiga que sí.

Le dije muy claro, que si me ofrecía dinero es porque sabía que YO NO TENDRÍA SEXO CON ÉL, qué se aprovechaba de tener mayor capacidad adquisitiva para chantajearme con ello y acceder a mi intimidad sexual, qué si quería pagar para tener sexo con alguien que no quería con él, entonces quería una violación; qué cómo podía disfrutar violar pagando a alguien y luego irse tan campante.

Todo eso pude decirlo, porque ese día intuí que algo no iba bien y le pedí a mi compañero que se quedará trabajando en casa, de lo contrario no se si hubiera sido violada, pagando o no.

En un mundo regido por el dinero, cash, efectivo, la money, en donde todo se compra con ello: La vivienda, la salud, la comida, la educación… En un mundo en donde los varones ganan más, poseen casi la totalidad de la tierra, son los gobernantes y dueños de la economía, que alguien pueda ofrecerte dinero a cambio de una intimidad sexual que tu no pediste, que no consentirías ni desearías sin dinero de por medio, el mal llamado «trabajo sexual» es una explotación continua y sistemática, que se reproduce luego a todo nivel:

En el marido que viola a la mujer porque la mantiene, en las mujeres que aguantan convivencias infames por falta de recursos, en el profesor que abusa de una alumna a cambio de una nota, en el jefe que viola a la secretaría para no echarla, en el familiar que manosea a una niña chantajeándola, en la mujer que es violada y luego le cierran la boca con un fajo de billetes.

El tan «empoderante» trabajo sexual es uno de los pilares de la indefensión aprendida en las mujeres, del acoso sistemático en los hombres:

Crea mujeres que fácilmente pueden ser chantajeadas, que no entienden el valor de su propio cuerpo (más allá del dinero) de su disfrute, de su intimidad.

Educa hombres puteros, chantajistas, abusadores, convencidos de poder hacer siempre su voluntad con las mujeres, objetos para su consumo.

Que sea «el trabajo más antiguo del mundo» solo lo hace más aberrante y nos cuenta desde donde vienen las raíces de nuestra desigualdad.


[1] Claudia Quintero Rolón en el artículo de este enlace https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/otros-columnistas/quienes-compran-sexo-columna-de-claudia-yurley-quintero-504756


Por Kharen Ramos Loaiza

Redactora invitada

@Kachearen

Red Petra Mujeres Valientes se pronuncia sobre el vídeo de Las Igualadas.

Desde Petra Mujeres Valientes reprochamos la opinión que tiene el equipo de Las Igualadas, sabemos que estamos en un país democrático, que buscamos la libertad de opinión e ideología. Pero cuando estas opiniones vienen de un espacio que se autodenomina como feminista, esperamos que se comuniquen con empatía, respeto, que se dirijan a la construcción de cambios culturales que estén bajo el paramento de los derechos humanos irrenunciables y que lleven a tener por encima de todo la integridad y dignidad.  

En el colectivo de Petra Mujeres Valientes nos sentimos ofendidas frente a la  forma burlesca utilizada por el programa Las Igualadas, que no respeta el proceso que hemos hecho para visibilizar la explotación sexual en prostitución y la trata de personas de la que fuimos víctimas, ya que no teníamos las mismas oportunidades educativas  y los  privilegios con los que cuentan las integrantes del programa, para afrontar unos hechos victimizantes que trajo la guerra a nuestros cuerpos y que nos obligaron a migrar de nuestros territorios en busca de refugios a las grandes ciudades donde lo único que encontramos fue que los representantes del Estado colombiano nos dieran un curso de código de policía para permitir que fuéramos objetos de satisfacción de los hombres socialmente educados.

Gracias a discursos como los que defiende el programa nos encontramos en las ciudades con una sociedad que acepta sin cuestionar que mujeres sujetas de derechos, tanto del derecho internacional humanitario, como de los tratados internacionales sobre la no violencia de ninguna clase hacia la mujeres, y otra  normatividad que reconoce los derechos de las mujeres víctimas de una guerra con hechos victimizantes de LESA-HUMANIDAD, experimenten también en los lugares de destino del desplazamiento, torturas, secuestro, violencia contra la integridad personal y violencia sexual, desplazamiento forzado entre otros hechos victimizantes y que la respuesta del Distrito Capital sea que fuéramos capacitadas para convertirnos en objetos por unos cuantos pesos para sobrevivir, aceptar tranquilamente que fuéramos abusadas y que las acciones de las instituciones  fueran acciones con  daño, que llevan a la repetición de aquellos actos destructivos y victimizantes ya vividos por un guerra. 

Invitamos al programa Las Igualadas y a todos los medios de comunicación a que nos apoyen en nuestro objetivo de crear conciencia, estamos dispuestas a dar nuestros testimonios porque no solamente nosotras somos las afectadas por estas violencias, también nuestras familias y todas las mujeres y niñas en general. Somos Petra Mujeres Valientes y nos llamamos así porque somos piedras, que a pesar de que las moldeen a su antojo siguen siendo preciosas y resistentes, a pesar de las cosas que hemos vivido seguimos soñando con proyectos de vida y una sociedad justa; somos valientes porque no es fácil darnos cuenta lo que ha pasado con nuestros cuerpos y dar nuestro testimonio a la sociedad.


1- https://www.elespectador.com/colombia2020/justicia/verdad/pobres-desplazadas-y-en-prostitucion-de-la-violencia-de-la-guerra-a-la-explotacion-sexual/

Sobre la mal citada jurisprudencia de la Corte Constitucional en el tema de Prostitución

Frente a la confusión generada por quienes abogan por la despenalización tácita del proxenetismo y la trata con fines de explotación sexual en el país, es necesario aclarar que las Sentencias de Tutela no tienen la potestad o efecto de modificar la Sentencia C-636 de 2009[1], la cual es el único precedente jurisprudencial válido para la interpretación del delito de Inducción a la Prostitución. Tampoco es posible, con estas tutelas, modificar la interpretación del delito de Trata de Personas y su definición de explotación sexual: “obtener provecho económico o cualquier otro beneficio para sí o para otra persona, mediante la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual”. Las Sentencias tipo T hacen referencia a situaciones o problemas jurídicos particulares o específicos para las partes en el caso analizado. Pese a lo anterior, vemos como el lobby por la despenalización de dichos delitos utiliza estas sentencias de tutela para afirmar de manera equivocada que, cuando existe consentimiento, no hay Trata o Inducción a la Prostitución. 

Para entender este contexto incluimos algunos apartes de una intervención de la Audiencia Pública que se sostuvo previa a la Sentencia SU 062 de 2019 y también incluimos algunos apartes de la Aclaración de Voto de la Magistrada Cristina Pardo en esa sentencia.

Apartes de la intervención de Liliana Forero Montoya

Defensora de derechos humanos de las mujeres, niños, niñas y adolescentes en la AUDIENCIA PÚBLICA de la Corte Constitucional realizada el 16 de agosto de 2018[2]

Los tratantes y explotadores sexuales buscan lugares en donde se presentan tres factores que hacen exitoso su accionar; en primer lugar: una población vulnerable como mujeres desplazadas por la violencia intrafamiliar, el conflicto armado o la crisis económica, ya sea dentro del mismo país o provenientes de otros países. Un segundo factor de éxito es una demanda empoderada, es decir que los hombres adultos nacionales y extranjeros perciban que es su derecho incuestionable pagar por utilizar sexualmente otros seres humanos, particularmente las mujeres, niñas y niños. Y en tercer lugar, un destino donde existan antinomias normativas y jurisprudenciales que paralizan a las autoridades para investigarles o judicializarles, donde la sociedad y los funcionarios no tienen claro si su negocio es lícito o ilícito.

Estos tres factores para el éxito de tratantes y explotadores se dan en Colombia a pesar de que nuestro país tiene uno de los tipos penales de trata de personas más sencillos y claros desde el 2005.  Sin embargo, mientras países de la región actualizaron su legislación más recientemente y no tienen el crimen organizado de nuestro país, nos superan ampliamente en el número de víctimas que han rescatado y condenas de tratantes que han obtenido. Por ejemplo, mientras desde 2005 en Colombia las víctimas identificadas de acuerdo con el Ministerio del Interior apenas llegan a las 100 al año, Perú y México rescatan al menos 10 veces esa cantidad de víctimas anualmente; Argentina cuya ley está vigente desde el 2009 ha rescatado más de 9000 víctimas de trata interna y externa en el país.  En Colombia, la violencia armada, el escenario de posconflicto, las inequidades sociales, la cultura machista o patriarcal, la crisis por el flujo migratorio y el poco respeto por las mujeres, niñas, niños y adolescentes, que tradicionalmente ha sido consideradas como propiedad de los hombres adultos, constituye un escenario facilitador de la trata y la explotación sexual. Uno de los problemas más complejos del abordaje de la trata de personas es que no se reconoce lo cotidiano de este delito. Muy frecuentemente el delito de trata se asocia a imágenes de mujeres encadenadas, confundiéndolo con secuestro, estafa o violación. Las cifras de los casos y las víctimas identificadas y atendidas por las entidades competentes no se acercan a la realidad y estamos lejos de dimensionarla como país.

¿Por qué mujeres, niñas y niños?.

[…] históricamente se ha considerado que las mujeres, niños y niñas no son sujetos sino objetos, y el reconocimiento como sujetos se nos ha negado con argumentos de incapacidad, irracionalidad y por lo tanto se nos ha tratado como menores (menos que personas). En consecuencia, se ha considerado que es el hombre quien actúa como sujeto deseante, y que la mujer es el objeto sobre el que se concede o consiente el acto sexual, traducido en la famosa frase “el hombre propone y la mujer dispone”.  En ese sentido, se valida la idea bajo la cual el sujeto desea y el objeto sirve, preceptos en los que se ha basado el ya abolido concepto del “debito conyugal” que le permitía a los hombres la posesión de la integridad sexual de las mujeres en el ámbito privado, sin embargo, paralelamente se ha reforzado el concepto de “servicio o trabajo sexual” que permite a los hombres disponer de la integridad sexual de las mujeres en el ámbito público.

¿Por qué un marco normativo internacional abolicionista?

A partir de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se establece como mínimo el que todas las personas nacemos iguales en dignidad y derechos, esto hace que el ejercer propiedad y dominio sobre otro ser humano vulnere este principio fundamental. Una vez abolida la esclavitud y un año después de la Declaración, se hace necesaria la promulgación de la Convención de 1949 para la erradicación de la Trata y la explotación de la prostitución ajena, identificada como forma vigente de esclavitud, esta convención es la base sobre la cual debe interpretarse el artículo 6 de la CEDAW (1979) y los instrumentos posteriores para combatir la trata y la explotación sexual, como el Protocolo Facultativo de la Convención de los Derechos del Niño (2002) y el Protocolo de Palermo (2000).  Todo el derecho internacional sobre trata y explotación sexual es abolicionista porque precisamente se identificaron estas prácticas como esclavitud remanente después de abolida.

Los Estados están obligados a castigar a cualquier persona que facilite o se beneficie de la prostitución ajena, aún con el consentimiento de la persona. Es esencial resaltar que la explotación de la prostitución ajena está reconocida como “una forma de explotación sexual” por el derecho internacional, y muy especialmente por el Protocolo de Palermo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, especialmente de Mujeres y Niños (2000). Estas convenciones y protocolos han sido el antecedente y marco de interpretación del capítulo IV del título IV del Código Penal que incluye los delitos “De la Explotación Sexual” contra personas adultas, como la Inducción a la Prostitución (Art 213), y también del tipo penal vigente para la Trata de Personas (188A) en el capítulo correspondiente a los delitos contra la Autonomía personal.

La jurisprudencia.

Las sentencias de tutela desde el 2010 han malinterpretado la licitud del “ejercicio de la prostitución” en el caso de mujeres mayores de 18 años, […]sugiriendo soluciones que terminan facilitando su explotación sexual, con efectos que ya son visibles en la jurisprudencia de las altas cortes[3] en las que se ha exonerado e incluso ordenado la indemnización de tratantes[4] y proxenetas bajo el argumento del consentimiento de las víctimas.

Lo anterior ocurre a pesar de que la Sentencia T- 629 de 2010, recoge lo anotado en Sentencia C-636 de 2009 de esta Corporación, esto es que “la prostitución suele estar asociada con el delito de trata de personas, expresamente condenado por la Organización de las Naciones Unidas, […] que es claro que a juicio de la comunidad internacional, “la explotación de la prostitución tiene un efecto negativo y de gravedad considerable en la sociedad. En otras palabras, que en relación con los efectos de la prostitución, los Estados deben luchar por reducir su expansión”.

Así pues, como “la prostitución es una actividad que comporta graves consecuencias para la integridad de la dignidad de las personas, pese a la tolerancia jurídica de que es objeto, la Corte encuentra legítimo que el Estado dirija sus esfuerzos a desestimularla,[…] e, incluso a erradicarla”. (…) 52. Y al momento de considerar si “la libre aceptación de quien decide dedicarse a la prostitución es una excluyente de antijuridicidad material, .., concluye que no es admisible un tal argumento, pues “el tipo penal acusado califica el dolo no de quien opta por prostituirse sino de quien induce, sugestiona o en general promueve la prostitución o al comercio carnal, con la intención de lucrarse o de satisfacer los deseos de una tercera persona”Lo anterior sin descontar la “falacia” que existe en la voluntariedad de la decisión de una persona al prostituirse, pues la difícil situación socioeconómica, por pobreza, conflicto armado, ansias de un futuro mejor, estimula el llegar a tal opción, que pronto la convierte en víctima[…].

La Sentencia T 629 de 2010 y las que le suceden yerran al ampliar la tolerancia de este delito, especificando unos criterios para la definición de una “prostitución lícita”, que presentan diversas contradicciones. En el primer criterio de la definición se establece el respeto por la dignidad humana[…] Esta conducta es visiblemente contradictoria con una comprensión de la dignidad humana como el derecho de todo ser humano a ser tratado como persona y no como objeto o mercancía, en tanto la persona es utilizada como un instrumento para la satisfacción de quien paga, y el lucro del proxeneta.

Pasando al segundo criterio, existiría prostitución lícita cuando no se incurra en ninguno de los delitos tipificados en el Capítulo IV, De la Explotación Sexual en el Código Penal. Sin embargo, sería imposible para el proxeneta promover el negocio y contratar sin incurrir en el primer delito allí contenido: Inducción a la prostitución. El último criterio hace referencia a las medidas de control policivas y médicas que caracterizan al modelo reglamentarista. … busca proteger a los mal llamados “clientes” o “usuarios” y no a las mujeres utilizadas en la prostitución, por ejemplo, cuando a estas se les exigen pruebas de ITS y VIH, mientras que a aquellos no.

La definición de prostitución no puede ignorar la explotación sexual que subyace en ella y que invisibiliza el rol de los explotadores directos e indirectos (“clientes” y proxenetas). Hacerlo tiene implicaciones y consecuencias adversas para la protección y garantía de los derechos humanos, especialmente de mujeres, niñas, niños, adolescentes y población LGBTI que son afectadas por ella. Así, es necesario reconocer la explotación sexual como elemento constitutivo e inherente a la prostitución para identificarla como una violencia basada en el género y en la discriminación.

Lo que sucede actualmente, y desde hace poco menos de 30 años es que se ha pasado de considerar la prostitución una práctica cultural y tradicional nociva, a ser defendida desde una perspectiva neoliberal como una industria y un trabajo donde las mujeres pueden ser sus propias empresarias. Esta aceptación social de la explotación sexual como trabajo o servicio es necesaria para facilitar la globalización de la industria, para expandir los mercados y aumentar la demanda mediante la aceptación social del consumo.

“La compra de un acto sexual supone en sí misma la denegación de los derechos sexuales y del deseo de la otra persona.”, tal como lo dice el European Women´s Lobby, siendo únicamente el deseo del “usuario” el que debe ser satisfecho. Las personas en situación de prostitución en su gran mayoría han sufrido violencias desde la niñez, desplazamiento forzado, pobreza, discriminación por clase, etnia y edad, además de factores como su orientación sexual o su identidad, todos aspectos que les hacen vulnerables a ser utilizadas por otros (“demandantes” y proxenetas) que les consideran y tratan como algo menos que un ser humano.

Para normalizar (aún más) la explotación sexual, se utilizan eufemismos y mezclan conceptos que generan confusión; se repite insistentemente que «no es lo mismo la trata, que la prostitución o el trabajo sexual», logrando que la opinión pública confunda la Trata de personas con el secuestro o la estafa; así, se logra convencer de que la única forma en la que se llega a ser víctima de trata es si es secuestrada o engañada. De esta forma las víctimas, que no fueron sujetos del secuestro o del engaño, pero si del aprovechamiento de su situación de vulnerabilidad, se sienten responsables y culpables de su propia esclavitud y de esa forma se logra mantener su sometimiento por más tiempo. En realidad, «trata» es un término que se usa como sinónimo de «comercio» de seres humanos, es la conducta de convertir a seres humanos en mercancías (con o sin su consentimiento).

Se requiere que las víctimas de explotación sexual dejen de ser responsabilizadas de su propia explotación sexual y que se les trate como víctimas de cualquier otra violencia basada en el género para que la violación a sus derechos sea reconocida y puedan acceder a su restablecimiento, pues como cualquier víctima tienen derecho a la verdad, la justicia y la reparación.

La prostitución no es el acto de quien presta un servicio, sino un sistema o una institución dedicada a la explotación sexual de poblaciones tradicionalmente discriminadas y que está justificada y mantenida socialmente en sistemas de discriminación y negación de la ciudadanía.

Apartes de la ACLARACIÓN DE VOTO DE LA MAGISTRADA

CRISTINA PARDO SCHLESINGER A LA SENTENCIA SU062/19[5]

3. La estigmatización y la inclusión. […]  la explicación de las violencias y la discriminación con base en estereotipos de género está radicalmente distante de la idea de acreditar y promover la prostitución en sí misma con base a la estigmatización social que de esa actividad existe. La estigmatización de la población afroamericana no justificó que se regulara la exclusión para que se diera en condiciones dignas, sino que la valoración negativa de la estigmatización significó concebir la abolición de la segregación. En Colombia, la estigmatización y la violencia que se ejerce respecto de las mujeres prostitutas no se acabará “dignificando”, sino excluyéndola, como práctica socialmente aceptable. 

4. La libertad. Claudia Quintero, quien es la voz de las mujeres prostituidas en el expediente, dijo que “estuvo coaccionada por el desplazamiento forzado, la guerra, la indiferencia, la discriminación, el abuso, la falta de oportunidades y de educación”.[6] La libertad para estas mujeres es una ficción y la realidad es que los proxenetas, prostituyentes yadministradores de burdeles aprovechan la situación y su posición dominante para lucrarse de la explotación sexual,[7] reduciendo el cuerpo de las mujeres a una mercancía transable que lesiona gravemente el principio de dignidad humana que funda el Estado colombiano.

6.  El negocio. Considerar la prostitución como un trabajo resguarda a los administradores de los burdeles y a los terceros que se benefician de la explotación sexual. La prostitución entendida como una actividad comercial ordinaria es “funcional al sistema prostituyente y a los agresores”.[8]  […] La prostitución opera con las reglas y dinámicas propias de cualquier negocio que depende del crecimiento de un mercado, por tanto, a quienes administran burdeles no les interesa la disminución del mismo, por el contrario, quieren ampliarlo y “maximizar beneficios”.[9] Las mujeres soportan la carga de quienes son vistos como “exitosos emprendedores”.[10] 7. Los modelos legislativos. En general, en los países en los que se ha legalizado, ha habido un aumento en la violencia contra la mujer y ha alimentado la trata de mujeres y niños.[11] En contraste, el modelo nórdico de Suecia, Islandia y Noruega ha disuadido la trata de seres humanos hacia el primero de estos países y no ha aumentado la prostitución. Por tanto, el modelo abolicionista, recomendado por el Parlamento Europeo, resulta ser el más efectivo para abordar esta problemática. Bajo este enfoque se afirma la dignidad de las mujeres y se les contempla como seres humanos con múltiples capacidades, fuera del mundo que las concibe como proveedoras de placer sexual. Resguardar los burdeles, proteger a su dueño o dueña como un comerciante, ubica el cuerpo de las mujeres en el mundo de las cosas y profundiza la exclusión y violencia que todavía sufren.


[1] En el caso de la Sentencia C-636 de 2009 se generó un precedente obligatorio y frente a las sentencias de tutela proferidas por la corte, existe un precedente basado en el carácter vinculante de la ratio decidendi de la sentencia, en tanto interpretación de derechos (Vale anotar que existe una clara contradicción entre la parte motiva y resolutiva de la C-636 de 2009 y con la ratio decidendi de la T- 629 de 2010) Ahora bien esto ha dicho la Corte sobre los efectos de la sentencias C y SU Sentencia SU 230 de 2015,  es importante aclarar que en el caso de las sentencias de unificación de tutela (SU) y de control abstracto de constitucionalidad proferidas por la Corte Constitucional, basta una sentencia para que exista un precedente, debido a que las primeras unifican el alcance e interpretación de un derecho fundamental para casos que tengan un marco fáctico similar y compartan problemas jurídicos, y las segundas, determinan la coherencia de una norma con la Constitución Política[48].»

[2] Expediente T-5.872.661. Magistrado Ponente: José Fernando Reyes

Acción de tutela interpuesta por Nelcy Esperanza Delgado Ramírez contra la Alcaldía del municipio de Chinácota y la Inspección de Policía de Chinácota

[3] Las sentencias Caso Eugenio Jose Reyes, Marzo 2017 (Tribunal Superior de Bogota – Justicia y Paz), Caso Diana  Campos (Tribunal Superior de Bogota-Decision Penal), Abril 2017 y Reparación Directa a José Antonio Neira y otros (Consejo de Estado) Abril 2017, consideran la explotación sexual en la prostitución un trabajo, ponen la responsabilidad del delito en la víctima de trata, dejan impunes a tratantes y proxenetas y finalmente ordenan la  indemnización a una red de trata de personas con fines de explotación sexual.

[4] Caso de indemnización a banda de tratantes en el que se culpabiliza a la víctima: http://www.wradio.com.co/escucha/archivo_de_audio/como-la-prostitucion-aqui-no-esta-prohibida-tendremos-que-pagar-a-banda-de-proxenetas/20170724/oir/3528518.aspx

[5] Referencia: Expediente T-5.872.661

[6] Intervención Claudia Quintero. Directora Corporación Anne Frank. Ibíd.

[7] La Defensoría del Pueblo reveló que, según un estudio hecho en 57 países, el 90% de las mujeres en prostitución tiene un proxeneta que se lucra. En Corte Constitucional. (27 de agosto de 2018). Audiencia: La autonomía territorial y usos del suelo para el ejercicio del trabajo sexual. [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=J0wtrQFvkbw

[8] Intervención Corporación Sisma Mujer. Ibíd.

[9] Parlamento Europeo. Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género. Informe sobre explotación sexual y prostitución y su impacto en la igualdad de género [recurso en línea]. 2013.  (Consultado el 19 de marzo de 2019). Disponible en http://www.europarl.europa.eu/sides/getDoc.do?pubRef=-//EP//TEXT+REPORT+A7-2014-0071+0+DOC+XML+V0//ES.

[10] Intervención Claudia Quintero. Directora Corporación Anne Frank. En Corte Constitucional. (27 de agosto de 2018). Audiencia: La autonomía territorial y usos del suelo para el ejercicio del trabajo sexual. [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=J0wtrQFvkbwen https://www.youtube.com/watch?v=J0wtrQFvkbw

[11] Parlamento Europeo. Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género. 2013.  Informe sobre explotación sexual y prostitución y su impacto en la igualdad de género. Pág. 8. Consultado en http://www.europarl.europa.eu/sides/getDoc.do?pubRef=-//EP//TEXT+REPORT+A7-2014-0071+0+DOC+XML+V0//ES.

DISCURSO CORPORACIÓN MUJER DENUNCIA Y MUÉVETE EN CONMEMORACIÓN DE LA LUCHA CONTRA LA TRATA DE PERSONAS Y EXPLOTACIÓN SEXUAL.

por: Jeimy Salas Rolón

Directora encargada.

Buenas tardes a todas las personas asistentes a este importante evento, es para mi y para nuestra organización, La Corporación Mujer, denuncia y muévete, un honor compartir con ustedes el día de hoy, donde conmemoramos esta incansable lucha contra la trata de personas y donde buscamos siempre, la dignidad de las víctimas.

El Objetivo de desarrollo sostenible número 5, busca poner fin a todas las formas de discriminación contra las mujeres y niñas, entendiéndolo desde una perspectiva de derechos humanos; en su meta número dos, indica que se busca eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y niñas en ámbitos públicos y privados, incluidas la trata de personas y la explotación sexual.

Según la Oficina de Naciones Unidas para la droga y el delito en su informe del 2018, las mujeres y las niñas son las mayores víctimas de trata de personas a nivel global,  con un 49 y 23 % respectivamente, y la trata de personas con fines de explotación sexual es la forma que más se detecta, prevaleciendo esta tendencia en las américas, así como en otras regiones.

La explotación sexual, es en sí misma, un continuum de violencias, es decir, está conectada con situaciones de violencia, abuso sexual, explotación sexual en la niñez y la adolescencia que luego se conectan con delitos como la inducción a la prostitución o trata de personas con fines de explotación sexual en la edad adulta, y desenlazan en feminicidios. Esta es una realidad presente en las víctimas desde temprana edad y seguirá estando presente en la adultez; lo cual nos permite entender claramente porqué el “consentimiento” de la víctima no es relevante en estos delitos y también entender porqué las víctimas no se reconocen como víctimas y no acuden a las autoridades en busca de ayuda, lo que implica una responsabilidad de búsqueda activa y rescate por parte de los Estados.

Es por esto que es importante reconocer las verdaderas aristas y los verdaderos culpables de la Trata con fines de explotación sexual, que son quienes perpetúan el uso del cuerpo de las mujeres, la cosificación y por supuesto, la opresión que vivimos: los tratantes y explotadores (proxenetas y demandantes).

Es totalmente necesario fortalecer de forma estricta, los procesos de atención y acceso a la justicia de las víctimas de trata de personas y explotación sexual, rompiendo las barreras, evitando la revictimización y garantizando el restablecimiento de derechos en todos los ámbitos, con una intervención de tipo integral, donde su salud mental, física y social sea abordada de forma eficiente y responsable, teniendo siempre en cuenta, las necesidades, preocupaciones y aspiraciones de esta población.

La corporación Mujer denuncia y muévete, es una organización de mujeres feministas con el ánimo y la convicción de luchar contra todas las situaciones de violencia contra las mujeres que identificamos en nuestros territorios, trabajamos incansablemente por la promoción, garantía y restablecimiento de derechos humanos de las mujeres que han sido víctimas de violencia,  de explotación sexual y trata, realizando acciones de incidencia de tipo académico, social y político.

Hemos identificado y confirmado con nuestro trabajo en el territorio fronterizo con Venezuela, que las mujeres y las niñas han sido las más afectadas por la crisis migratoria, ya que están expuestas a múltiples violaciones de derechos humanos, como lo son la violencia sexual, la trata de personas, la explotación sexual y laboral, aunado a la falta de conocimiento y acceso a las rutas de atención para las víctimas de violencias basadas en género, de parte de las víctimas, pero también, el desconocimiento y la revictimización que se genera por parte de los gobiernos, sus funcionarios y funcionarias encargadas de trabajar en la respuesta a esta situación; es necesario entonces, garantizar espacios efectivos de formación constante a las instituciones y así mismo, garantizar el acceso a la información a la población. 

La intervención directa en la problemática social en el marco de una realidad de frontera con Venezuela, permite observar dinámicas desalentadoras y alarmantes, por las barreras enormes para el reconocimiento de los derechos de las víctimas, y para acceder directamente a los servicios de salud y a la justicia, barreras que evidencian que existe desinformación e imaginarios erróneos en los que se responsabiliza a las víctimas de su propia explotación, los cuales venimos trabajando por transformar en el contexto social desde la sociedad civil. 

En este sentido, partiendo de nuestro ánimo de mejorar y trabajar en nuestros espacios, manteniendo firme nuestra misión como organización, participamos el año pasado en la firma del Gran Pacto por la erradicación de la trata de personas y la explotación sexual de mujeres, niños, niñas y adolescentes, reiteramos el compromiso de adelantar acciones concretas y articuladas en cuanto a prevención, ataque de causas y factores determinantes de la explotación sexual.

Para lograr la desnaturalización de la violencia contra las mujeres y desestimular la demanda de la explotación sexual, necesitamos acciones concretas: romper con la cultura de la violación, por ejemplo, entender que la pornografía es la vía de inicio de normalización de la cosificación del cuerpo de las mujeres y niñas. Es inaceptable que se siga asociando la pornografía con educación sexual o con “profesiones empoderantes”, cuando claramente transmiten un mensaje de instrumentalización de los cuerpos y deshumanización de las mujeres; reforzando la idea de que los hombres tienen derecho a satisfacer  sus deseos por cualquier medio o por una cantidad de dinero.

No podemos permitir que en Colombia, por un lado se quiera castigar a los tratantes y explotadores, y por otro lado, se les quiera considerar como empresarios y legalizar negocios que se lucran de la integridad sexual ajena, como el “modelaje webcam” o el mal llamado “trabajo sexual”, puesto que supone un pobre análisis e interpretación de las situaciones de vulnerabilidad que enfrentan mujeres y niñas en todo el territorio nacional y la desestimación de la relación entre la trata de personas y la prostitución. Es por todo lo anterior, que el trabajo conjunto entre la sociedad civil, el sector privado, el gobierno y las entidades de cooperación, es imperante para combatir este tipo de violencia. 

En definitiva, es de vital importancia resaltar de forma especial, el trabajo impecable hecho  desde la Procuraduría General de la Nación, que ha posicionado y protegido los derechos de las niñas y mujeres víctimas en la zona de frontera, garantizando el  cumplimiento de los deberes y el desempeño íntegro de quienes ejercen funciones públicas en los territorios, teniendo siempre como bandera la defensa de los derechos humanos de las víctimas de explotación sexual y trata de personas. Como sociedad civil, celebramos el lanzamiento del ABC que le permitirá al ministerio público desarrollar con un mayor impacto su labor de vigilancia en este tema crucial y queremos ofrecerle todo nuestro apoyo al desarrollo de esta imprescindible función. 

Quisiera ahora citar a directora ejecutiva de ONU mujeres cuando frente al sistema prostituyente afirma que su convicción es que todas las mujeres que están envueltas en esta industria, son víctimas; no podemos reconocerlas de ninguna otra manera, aún cuando algunas de ellas se autodenominen “trabajadoras sexuales”, las mujeres y niñas son las víctimas, y los que “compran los servicios” son perpetradores de violencia contra las mujeres. 

Debemos entender que una vida libre de explotación sexual, es un derecho para todas las personas, sin embargo, no es posible entender que se quiera considerar la explotación sexual de otro ser humano, de mujeres y niñas, como un derecho. Esto no es un debate. Las mujeres y las niñas no podemos seguir siendo tratadas como objetos y como mercancías en la sociedad.

Muchas gracias.

Análisis acerca de la perspectiva de privilegio.

En vista de las reacciones controversiales ocasionadas por la columna de opinión escrita por Margarita Rosa de Francisco en el periódico colombiano El Tiempo titulada “Puta y putero” y la respuesta a ese artículo escrita por Yoko Ruiz, quien es una mujer trans que se autodenomina “Trabajadora sexual” y publicada en la revista Vice, nos dimos la tarea de revisar varios puntos.

Yoko Ruíz afirma lo siguiente: “La mayoría de prostitutas nos dedicamos a este oficio porque queremos, porque nos gusta disfrutar sin tabúes nuestra sexualidad y porque el derecho a la autonomía implica que podemos decidir cómo ganarnos la vida” y quisimos saber que dicen las estadísticas al respecto.

La ONG Anesvad afirma que 8 de cada 10 mujeres “ejercen la prostitución” (mejor dicho: explotadas sexualmente) en España en contra de su voluntad (1); así mismo la Organización Mundial del Trabajo OIT documenta que en el 2017 había 4,8 millones de víctimas de explotación sexual en todo el mundo, la cual afecta de manera desproporcionada a las mujeres y niñas, siendo estas el 99% de las víctimas en la explotación sexual comercial (2), pero se cree que en realidad son muchas más, ya que es difícil cuantificar la dimensión de un negocio ilegal y clandestino como es la trata, que diversifica sus modos de explotación y afecta prácticamente a todas las naciones del mundo (así sea en diferentes formas: como país de origen, tránsito o destino de las víctimas). En México, aunque no se tienen estadísticas claras acerca de las mujeres víctimas de trata, el portal SinEmbargo (3) publicó que el 83% de las mujeres explotadas sexualmente en la prostitución, se iniciaron antes de los 16 años (lo que nos ubica claramente en que este porcentaje hace parte de la explotación infantil) y el 96% de estas mujeres son víctimas de violencia. En Colombia en un documento oficial de la OIT (4) establece que en el contexto del conflicto armado la “esclavitud sexual y la promoción de la prostitución” ha sido suscitada principalmente por los grupos paramilitares y la organización Women’s Link WorldWide (WLW) (5) reveló que en el 2013 Colombia sería el segundo país latinoamericano más afectado por la trata, con alrededor de 70 mil víctimas de las cuales el 58% son directamente de explotación sexual. Un panorama similar se observa en el resto del territorio latinoamericano.

Estas cifras son lo suficientemente altas como para alarmarnos acerca del tema, lo que contrasta con la siguiente afirmación del artículo de Vice, donde Yoko dice acerca de la trata que: “estos casos no representan la totalidad del trabajo sexual y ni siquiera una buena parte”.

Por otra parte, nos gustaría hacer algunas salvedades acerca de la visión de la prostitución como un “trabajo”. En la revista académica World development fue publicado un estudio hecho por E. Neumayer (6) del London School of Economics and Political Science Reino Unido en colaboración con investigadores de otras dos instituciones alemanas, donde analizaron el impacto de la legalización de la prostitución sobre el aumento del tráfico de mujeres y encontraron que existe una relación intrínseca entre estos dos fenómenos ya que los países que optaron por legalizar la prostitución, ampliaron su demanda de mercado y esta tuvo que ser suplida mayoritariamente por mujeres en condición de trata; aunque este estudio se realizó con cifras oficiales de 150 países, estas cifras solo muestran una parte de la realidad de este flagelo  y estos hallazgos nos parecen importantes porque confirman nuestra tesis de que la trata y el “trabajo sexual” son dos caras de la misma moneda. Por otra parte, A. Kotsadam y colaboradores (7) publicaron en el European Journal of Law and Economics un estudio donde tomaron dos países que tienen legislaciones abolicionistas (Noruega y Suecia) y encontraron que existe una relación proporcional entre la aplicación de leyes que castigan a los puteros y la reducción notable del tráfico de mujeres con fines de explotación.

Otro de los comentarios que nos llamó la atención de este artículo es: “Equiparar el consumo de servicios sexuales con un acto violento como la violación es totalmente desacertado, pues el servicio sexual es más que sexo, es un intercambio psicoafectivo en el que media siempre el consentimiento.” Y nos parece que gracias a las cifras que mostramos anteriormente, el consentimiento no es una situación real con este panorama; además esta afirmación perpetúa estereotipos nocivos como el uso servil del cuerpo de las mujeres por parte de los hombres y fungir como sus cuidadoras, lo que es profundamente misógino.

También nos llamó la atención que Yoko refutara con mucho énfasis a Margarita Rosa que negara su capacidad de agencia, cuando la columna de opinión nunca se refiere a esta y a su vez comenta lo siguiente “Margarita, replicando la ligereza del análisis de Helena Hernández, afirma: que es evidente que la prostitución es una consecuencia directa del fenómeno de la pobreza. Aquí el clasismo brilla a más no poder”, porque al leer el documento colombiano de la OIT que citamos anteriormente, observamos que si se encuentra una clara relación entre la explotación sexual y el estrato socioeconómico de las mujeres víctimas de este flagelo (4).

“En un país como Colombia el abolicionismo es obligar a miles de mujeres a la clandestinidad, exponiéndolas a la vulneración de sus derechos por parte de redes de explotación sexual. El prohibicionismo aumenta los prejuicios y la persecución, dándole más poder a la institución que más violenta los derechos de las trabajadoras sexuales: la policía. Porque no nos digamos mentiras: así la prohíban la prostitución no se va a acabar. Es preferible mejorar las condiciones y brindarles seguridad a las mujeres que criminalizarlas o perseguir a su única fuente de ingresos, los clientes.” En este extracto nos empieza a quedar claro que la redactora del artículo tiene un profundo desconocimiento acerca del abolicionismo, ya que lo equipara al prohibicionismo. Los dos conceptos en si son opuestos, ya que el abolicionismo NUNCA busca poner en el foco punitivo a las mujeres utilizadas sexualmente en la prostitución, ni penalizarlas, de hecho propone que las sanciones las asuman los tratantes y los puteros, ya que concibe que la comercialización del cuerpo de las mujeres las desprovee de su dignidad humana; lo que es totalmente opuesto a lo que propone el prohibicionismo, que penaliza directamente a las mujeres en condición de prostitución, teniendo en cuenta también, que desde el abolicionismo se busca para las mujeres el restablecimiento de sus derechos como víctimas de explotación sexual, la garantía de la justicia, reparación y no repetición.

Yoko tiene todo el derecho del mundo de tener su propia visión acerca de su vivencia del tema y a expresarlo en un medio visible como lo es la revista Vice, pero su experiencia individual no tendría por qué opacar una realidad que es fundacional en el patriarcado y convierte a las mujeres en esclavas.

Ahora sería interesante reflexionar acerca de quien realmente tiene privilegios en esta discusión.

¡Saludos amigas!

“La objetivización del cuerpo de las mujeres puede ser perfectamente el punto más destructivo de la jerarquía del género.» Andrea Dworkin


**MiSandra**

Fenimismo radical ¿Una nueva fobia?

El tiempo de trabajo se había extendido, la vídeollamada grupal para la realización del proyecto que nos concernía como equipo de trabajo se tornó silenciosa y de repente, en el aire se expuso una pregunta que, con sus ojos en mí, se dirigía de una forma tan puntual que no dejó espacio si quiera al asombro cuando se escuchó la frase:

“Lineth ¿usted por qué me habla?”.

Era raro, por lo menos viniendo de la compañera que trabajaba conmigo en diferentes asignaturas desde hace un buen tiempo y con la que nunca había tenido algún tipo de altercado, así que mi primera repuesta fue un: “no entiendo ¿cómo así?”, entre risas confusas que se interrumpieron en seguida con un: “pues porque somos compañeras y usted es una buena compañera”. La respuesta evidentemente no había satisfecho su pregunta, porque luego esta se alargó y entonces pude ver de qué se trataba realmente; el hecho de que yo fuera feminista radical, ella pro-vida y estuviéramos trabajando en el mismo equipo con la mayor afinidad posible.

“¿Por qué me habla sabiendo que yo estoy en contra de todo lo que usted piensa?”, era la pregunta que ella me hacía deliberadamente, pues estaba claro para ella, para mí y para nuestros compañeros que siempre nos habían observado y me hacían preguntas al respecto, que ella y yo éramos totalmente polos opuestos, pero seguía siendo confuso para todos cómo coordinábamos tan bien. Para todos menos para mí.

Era un tema que más que evitar hablar con ella, siempre había dejado de lado, en primer lugar, porque no lo creía necesario y en segundo lugar, tenía el equivocado pensamiento de que ella tampoco quería abordarlo y, ¡qué alejada estaba de la realidad! Y es que ¿por qué no podría ser respetuosa yo con otra mujer que no apoyara los ideales que persigo? ¿acaso ser feminista “y de las radicales” como dicen algunos, me convertía en alguien asocial? Eran preguntas que para mí estaban claras, pero que para ella al parecer no.

Cuando hablan sobre las feministas radicales, en seguida pienso en el término “satanizadas”, porque así es como nos tienen en los imaginarios que han creado alrededor de nosotras, unos imaginarios que plantean una especie de realidad alterna donde otras mujeres con un pensamiento opuesto no pueden convivir junto a nosotras, como si fuéramos ogros malhumoradas. Porque a esta sociedad patriarcal le conviene que otras mujeres nos vean así y no cuestionen por qué nosotras les incomodamos tanto. La verdad es que entiendo a mi compañera, es difícil verme amable, atenta y a la par con ella cuando se tiene todo un pensamiento distinto sobre nosotras, es difícil creer que podríamos llevarnos bien cuando todo lo que perseguimos está en constante choque.

¿Qué sentido tendría luchar por todas y no ser sorora con mi compañera? ¿Acaso no crecimos todas con ese pensamiento que nos incrustó una crianza machista? La entiendo porque en algún momento yo pensé así, porque es que el feminismo es un proceso, uno en el que entre más nos adentramos más vamos cuestionando los comportamientos, pensamientos e imaginarios machistas que hemos perpetuado por tantos años, es un proceso que solo debemos estar dispuestas a seguir.

Hace cuatro años jamás me hubiera imaginado en la posición que hoy me encuentro, ya que el entorno que brindaba una familia religiosa y una educación que, aunque debía ser laica nos metía la biblia por los ojos y me ayudaba a alimentar tantas injurias. Por eso no pretendo juzgarla como mujer y comprendo sus razones para seguir sus creencias.

El odio infundado hacia nosotras pareciera miedo, un miedo de ver que hacemos todo aquello que no les gusta y que pone en jaque lo que han considerado normal durante toda su vida, así que, en respuesta a mi compañera yo quisiera hacerle otra pregunta ¿somos realmente nosotras a quienes hay que tenerles miedo?


Por Lineth Sanguino Trillos

Redactora Invitada.

Rethinking the Apocalypse: An Indigenous Anti-Futurist Manifesto *Traducción*

La traducción es una actividad creativa y brinda un margen de decisión y acción política. 

Esta es una traducción de Rethinking the Apocalypse: An Indigenous Anti-Futurist Manifesto, documento que fue publicado www.indigenousaction.org. El radicalismo anti-industria de sus aseveraciones me animaron a tomar una decisión traductológica también radical. Desde el abolicionismo del género se cuestiona la nueva usanza, al menos en entornos medianamente educados de América hispanohablante, el uso de la letra E para modificar y “neutralizar” el género gramatical de cada palabra. Se supone que este experimento neolingüístico pretende “incluir” a la “diversidad de géneros” como una estrategia de desmantelamiento del patriarcado. Opino que esto no puede estar más lejos de ser útil o conveniente, y más bien afianza el temor y la prohibición de darle a las mujeres un lugar más protagónico en el discurso. Es un eco de la nueva doctrina que sitúa en núcleo de creación de significado a la “identidad autopercibida” de género de cada persona. Es una falacia que relativiza y amplía el significado de las palabras mujer y hombre, y el uso del lenguaje en torno a los sexos, hasta el punto en que se vacía de significado.

Como un pequeño acto de resistencia decidí subvertir en vez de relativizar el género de las palabras, respetando el funcionamiento y la integridad de cada vocablo, en la medida de lo posible. En un texto con la fuerza de éste, el uso político de los pronombres y del género de los sustantivos y los adjetivos da cuenta del efecto mental de darle protagonismo a las mujeres y a la calidad de hembra, fundamental para la constitución de una estructura social y de significado. 

Repensando el apocalipsis: Un manifiesto Indígena Anti-Futurista

Esta es una transmisión desde un futuro que no sucederá. De un pueblo que no existe.

Repensando el apocalipsis: un manifiesto anti-futurista.

“El fin se acerca. ¿O ya ha venido y se ha ido antes?

– Una ancestra

¿Por qué podemos imaginarnos el fin del mundo, pero no el fin del colonialismo?

Vivimos el futuro de un pasado que no es el nuestro.

Es una historia de fantasías utópicas e idealización apocalíptica.

Es un orden social patógeno de futuros imaginados, construidos sobre el genocidio, la esclavización, el ecocidio y la ruina total.

¿Qué conclusiones deben ser entendidas en un mundo construido con huesos y metáforas vacías? Un mundo de finales fetichizados calculados en medio de la ficción colectiva de espectros virulentos. Desde los tomos religiosos hasta el entretenimiento científico ficcionalizado, cada imaginada línea de tiempo construida de manera tan predecible; inicio, nudo, y por último, El Desenlace.

En esta narrativa hay inevitablemente un protagonista luchando contra una Otra Enemiga (¿una apropiación genérica de la espiritualidad Africana/Haitiana, un “zombi”?), y te cuento el final: no eres tú ni yo. Tantos están tan ávidos de ser los únicos sobrevivientes del “apocalipsis zombi”. Pero estas son metáforas intercambiables, esta Otra/zombi, este apocalipsis.

Estas metáforas vacías, esta linealidad, sólo existen dentro del lenguaje de las pesadillas, son al mismo tiempo parte de la imaginación apocalíptica e impulso.

Esta manera de “vivir” o “cultura”, es de una dominación que consume todo para su propio beneficio. Es un reordenamiento económico y político que encaja en una realidad que descansa sobre pilares de competencia, propiedad y control en la búsqueda de rédito y explotación permanente. Profesa “libertad” aunque sus cimientos se enraizan en tierras robadas mientras que su estructura misma está construida por vidas robadas. Es esta misma “cultura” la que debe tener siempre una Enemiga Otra, para echarle la culpa, para hacer el reclamo, para confrontar, esclavizar y asesinar.

Una enemiga subhumana a la cual no solamente está permitido someter sino que también se espera que sea sometida a todas las formas de violencia extrema. Si no tiene una Otra inmediata, una construye  meticulosamente. Esta Otra no está hecha de miedo pero su destrucción es forzada por él. Esta Otra es constituida a partir de axiomas apocalípticos y miseria permanente. Este Extrañamiento, esta enfermedad del egoísmo caníbal, manifiesta quizás su mejor síntoma en su estratagema más sencilla, en la de nuestra reconstrucción silenciada:

Son sucias, no son aptas para la vida, son inútiles, son incapaces, son desechables, son infieles, carecen de valor, están hechas para beneficiarnos, odian nuestra libertad, son indocumentadas, son raras, son negras, son indígenas, son menos, están en contra de nosotros, hasta que finalmente, no son.

En este mantra constante de violencia reformulada, en el que eres Tú o son Ellas. Es la Otra quien es sacrificada por una continuidad inmoral y cancerosa. 

Es la Otra quien es envenenada, quien es bombardeada, quien es abandonada silenciosamente entre los escombros.

Esta forma de no ser que ha infectado todos los aspectos de nuestras vidas, que es responsable de la aniquilación de especies enteras, la intoxicación de los oceanos, el aire y la tierra, el desmonte y quema de bosques enteros, el encarcelamiento masivo, la posibilidad tecnológica de una guerra que acabe con el mundo, y las crecientes temperaturas a escala global, esto es la política letal del capitalismo, es pandemia. 

Un final que ya ha pasado antes. 

La invasión física, mental, emocional y espiritual de nuestras tierras, cuerpos y mentes para colonizarlas y explotarlas, es colonialismo. Barcos que navegan con vientos envenenados y mareas ensangrentadas atravesando el océano impulsados con un aliento superficial y un impulso de esclavitud, millones sobre millones de vidas fueron extinguidas silenciosamente antes de que pudieran nombrar a su enemigo. 1492. 1918. 2020… Mantos de guerra biológica, el exterminio del Búfalo, nuestro pariente, la condenación de ríos dadores de vida, la incineración de la tierra inmaculada, las marchas forzadas, el encarcelamiento pactado, la educación coercitiva a través del abuso y la violencia. La cotidianidad de la post-guerra, el post-genocidio, negociando la humillación post-colonial de nuestro lento suicidio en masa en el altar del capitalismo; trabajar, producir, pagar, rentar, beber, coger, reproducirse, jubilarse, morir. Está al lado del camino, está en oferta en los mercados indígenas, sirviendo bebidas en el casino, surtiendo mostradores, son las agradables Indias detrás de ti. Estos son los regalos de los destinos manifiestos que nos infestan, este es ese imaginario futurizado del que nuestros captores nos obligarían a hacer parte y al que nos habrían obligado a perpetuar. La imposición despiadada de este mundo muerto fue liderado por una utopía idealizada como Mausoleo, fue “por nuestro propio bien” un acto de “civilización”. Matar a la “India”; matar nuestro pasado y con él, nuestro futuro. “Salvar al hombre”; imponiendo otro pasado y con él otro futuro. 

Estos son los ideales apocalípticos de los abusadores, racistas y hetero-patriarcas. La ciega fe doctrinal de aquellos que sólo pueden ver la vida a través de un prisma, un caleidoscopio fracturado de una guerra total e infinita.

Es un apocalipsis que coloniza nuestras imaginaciones y destruye nuestro pasado y nuestro futuro simultáneamente. Es una lucha para dominar el significado humano y toda existencia.

Este es el futurismo del colonizador, el capitalista. Es a un mismo tiempo cada uno de los futuros robados alguna vez por el saqueador, el militarista y el violador.

Esto siempre se ha tratado de la existencia y la no existencia. Es el apocalipsis, actualizado. Y siendo un destino fatal la única certeza, el colonialismo es una plaga.

Nuestras ancestras entendieron que no se puede razonar ni negociar con esta manera de ser. Que no puede ser mitigada ni redimida. Entendieron que el apocalipsis solo existe en absolutos.

Nuestras ancestras soñaron en contra del fin del mundo.

Han pasado muchos mundos antes de este. Nuestras historias tradicionales están estrechamente tejidas en el tejido del nacimiento y el final de los mundos. A través de estos cataclismos hemos aprendido muchas lecciones que han formado lo que somos y la forma como debemos ser entre nosotras. Nuestras maneras de ser se nutren al encontrar armonía desde y hacia la destrucción de los mundos. La elíptica. Nacimiento. Muerte. Renacimiento.

Tenemos un desconocimiento de historias y más historias del mundo que es parte de nosotras. Es el lenguaje del cosmos, habla en profecías talladas hace mucho en las cicatrices donde soñaron nuestras ancestras. Es la danza fantasmal, los siete fuegos, el nacimiento del Búfalo Blanco, la séptima generación, son los cinco soles, está escrito en piedra cerca a Oraibi, y más allá. Estas profecías no son solamente predictivas, también son diagnósticas e instructivas. Somos las soñadoras soñadas por nuestras ancestras. Hemos atravesado todo el tiempo entre los alientos de nuestros sueños. Existimos al mismo tiempo con nuestras ancestras y las generaciones no nacidas aún. Nuestro futuro está en nuestras manos. Es nuestra mutualidad e interdependencia. Es nuestro familiar. Está en los pliegues de nuestras memorias, doblado cuidadosamente por nuestras ancestras. Es nuestro Sueño colectivo, y es Ahora. En ese entonces. Mañana. Ayer.

La imaginación anti-colonial no es una reacción subjetiva a los futurismos coloniales, es un futuro anti-colonizador. Nuestros ciclos de vida no son lineales, nuestro futuro existe sin tiempo. Es un sueño, no colonizado. 

Este es el anti-futuro indígena.

No nos importa cómo llaman nuestros enemigos a su mundo muerto ni cómo nos reconocen o nos admiten a nosotras o a estas tierras. No nos importa re-implementar sus maneras de manejar el control o honrar sus acuerdos o legislaciones muertas. No serán compelidos a terminar con la destrucción sobre la cual se predica su mundo. No nos plegamos ante ellos para acabar con el calentamiento global, pues es la conclusión de su imperativo apocalíptico y su vida está edificada sobre la muerte de la Madre Tierra.

Enterramos a la derecha y la izquierda en la tierra que ellos ansían consumir tan ávidamente. La conclusión de la guerra ideológica de la política colonial es que los Pueblos Indígenas siempre pierden, a menos que nos perdamos a nosotros mismos. Los capitalistas y los colonizadores no nos llevarán a la salida de sus futuros muertos.

La idealización apocalíptica es una profecía que se autosatisface. Es el fin lineal del mundo desde adentro. La lógica apocalíptica existe dentro una zona muerta espiritual, mental y emocional que también se canibaliza a sí misma. Son los muertos que se levantan consumir la vida toda.

Nuestro mundo vive cuando su mundo deja de existir.

Como anti-futuristas Indígenas, somos la consecuencia de la historia del futuro del colonizador. Somos la consecuencia de su guerra contra la Madre Tierra. No permitiremos que el espectro del colonizador y los fantasmas del pasado ronden las ruinas de este mundo. Somos la actualización de nuestras profecías. 

Esta es la re-emergencia del mundo de los ciclos. Esta es nuestra ceremonia. 

Entre cielos silenciosos. El mundo respira de nuevo y la fiebre cede. 

La tierra está en silencio. Esperando a que escuchemos

Cuando hay menos distracciones, vamos al lugar del que emergieron nuestros ancestros.

Y su/nuestra voz.

Hay una canción más vieja que los tiempos de acá, sana más profundo que lo que la cuchilla del colonizador podría cortar nunca. 

Y allí, nuestra voz. Siempre fuimos sanadoras. Esta es la primera medicina.

El colonialismo es una plaga, el capitalismo es pandémico.

Estos sistemas son anti-vida, no serán forzados a curarse a sí mismos 

No permitiremos que estos sistemas corruptos y enfermos se recuperen.

Nos extenderemos.

Somos los anticuerpos.

+ + + +

Addendum:

En nuestro pasado/su futuro fueron los ataques no sistemáticos y no lineales a la infraestructura crítica como instalaciones de gas, corredores de transporte, suministros de energía, sistemas de comunicación, y más, los que hicieron del colonialismo poblador una imposibilidad en estas tierras.

– Nuestra organización era celular, no requería movimientos formales.

– La ceremonia era/es nuestra liberación, nuestra liberación era/es ceremonia.

– Honrábamos a nuestras sagradas enseñanzas, nuestros ancestros y las generaciones por venir.

– No tomábamos el crédito de nada. No expedíamos comunicados. Nuestras acciones eran nuestra propaganda.

– Celebramos la muerte de la solidaridad izquierdista y su miope romanticismo apocalíptico.

– No pedimos nada de los capitalistas/colonizadores.

– + + + + 


Fuentes:

  1. http://www.indigenousaction.org/rethinking-the-apocalypse-an-indigenous-anti-futurist-manifesto/?fbclid=IwAR1pC1xdMebIae_LYkHD9TC6NMTxdggeJMKOCE9ByOIWPlUfjeZkIZetxL2.
  2. En el original “weitko disease”, enfermedad del egoísmo. [N. de T.]

Victoria Argoty

Redactora invitada

Violencia en los pueblos

Reconocemos que la cuarentena preventiva y obligatoria no es la causa de las violencias, como reconocemos también que es una característica que puede agravar las situaciones de esta índole.
A diario vemos casos de violencia de género en la televisión en “ciudades grandes”, o muy alejadas, y nos horrorizamos, nos sorprendemos, nos espantamos; pero suele ser muy común que así como nos impactan los casos que son de lejos, omitamos, silenciemos y hasta neguemos las violencias que ocurren en nuestro propio pueblo, que también son diarias, que también son cotidianas, que también ponen en riesgo la vida de nuestras mujeres.
Vivo en una localidad de Entre Ríos, Argentina, que se llama Villa Elisa y tiene menos de 15.000 habitantes. En la tarde de ayer un muchacho de 30 años intentó prender fuego a su ex novia de 20, rociándola con nafta. Afortunadamente no llegó a concretar el hecho, pero sí fueron agredidas tanto ella como su hermana y su mamá, que en definitiva, fueron quienes lograron salvarla para que el hombre en cuestión no la quemara viva.

Ayer también, en Santo Tomé (provincia de Santa Fe, Argentina), una mujer fue gravemente herida cuando su marido y padre de sus tres hijos le arrojara una olla con agua hirviendo sobre su cuerpo, ocasionándole enormes quemaduras que pudieron costarle la vida. No fue la primera vez que es agredida por este hombre, quien la ha atacado incluso frente a sus propios hijos.
Y así, cientos y cientos de casos para contar, que por una u otra razón no llegan a los medios nacionales, y quedan en silencio.
Estas cosas nos pasan a las mujeres en Latinoamérica, diariamente. Ni en casa estamos a salvo.
Y por muy reiterativo que suene, por mucho que piensen que es ponernos en el lugar de
víctima, lo que hacemos es visibilizar una realidad que se ha llevado a miles de mujeres en
manos de su agresor.
La única forma de lidiar con la violencia machista y sistemática, es reconociendo de qué
manera existe, cómo se expresa, cómo y dónde aparece, y sobre todo: quiénes la sufrimos, quiénes la padecemos.
Como colectivo, desde Femicanas: el aquelarre, repudiamos estos hechos y consideramos urgente implementar políticas públicas que apunten a la prevención, pero también que tengan un abordaje adecuado para la atención de estas situaciones una vez ocurridas. No podemos seguir expuestas y desamparadas, y estos crímenes no pueden continuar en la impunidad.
¡VIVAS Y LIBRES NOS QUEREMOS!


***Colo***

Atención Humanitaria                                                       para mujeres explotadas sexualmente en la prostitución durante la pandemia

Lo que está pasando con las mujeres en la prostitución:

  1. Las mujeres están en esta situación por falta de opciones y muchas han sufrido violencia sexual, y esto las pone en extrema vulnerabilidad.
  2. Los dueños de los pagadiarios y establecimientos van a conservar únicamente a las mujeres y niñas que “más” les produzcan, para sumarles a la deuda todo el tiempo de la cuarentena y luego ponerlas a “producir” el doble para pagarla. A las demás las dejarán en la calle y no tendrán como pagar alimentación primordialmente para ellas y sus hijas e hijos.
  3. Los prostituyentes mal llamados “clientes”, que aún acuden a buscarlas, aprovechan la desesperación para violentarlas de manera más riesgosa y denigrante, por menos dinero.
  4. Las que se enfermen no tendrán servicio de salud, porque a muchas están cautivas, otras no tienen domicilio y no están registradas en el SISBEN.
  5. Las migrantes de Venezuela no conocen sus derechos a la atención en salud como víctimas de violencia sexual y trata de personas. El cierre de frontera también las ha expuesto a más violencia y extorsión en las trochas.
  6. Organizaciones que asumen su vocería, piden ayudas económicas y es posible que estas sirvan también para endeudarlas o comprometerlas con la defensa pública de sus explotadores o justificando la explotación sexual como trabajo.

Recomendaciones para gobiernos locales:

No revictimizar ni criminalizar a las mujeres

  1. Ni funcionarios ni Policía deben tratarlas como vectores o fuentes de propagación del virus, ni multarlas, criminalizarlas o maltratarlas.
  2. No son “trabajadoras” pues no tienen “empleadores” para exigirles que les paguen un salario mientras pasa la cuarentena.
  3. No son “habitantes de calle”, su situación está relacionada con violencia sexual y trata de personas.
  4. Recomendamos utilizar la hoja de lenguaje de la Procuraduría (se anexa) para la emisión de comunicaciones y en el tratamiento del tema con los medios de comunicación.

Medidas humanitarias de emergencia y mediano plazo para las mujeres

  1. Se recomienda adelantar búsqueda activa en zonas de tolerancia y otras donde se conozca que están.
  2. Se recomienda establecer refugios exclusivos para ellas y sus hijos e hijas, con todas las medidas de protección necesarias, con programas similares a los ofrecidos a victimas de violencia doméstica.
  3. Es recomendable que en estos refugios se les preste atención en salud mental (teniendo en cuenta el estrés postraumático complejo que sufre la inmensa mayoría) y la utilización de herramientas terapéuticas alternativas como las psicosensoriales, el yoga y el EMDR, entre otras.
  4. Se recomienda activar procesos de atención que faciliten la reparación de sus derechos vulnerados a salud, educación, justicia, trabajo digno, una vez superada la crisis.
  5. Se recomiendan fondos de emergencia para pago de arriendo, y mercados para las que tengan donde vivir (pueden incluir mínimo: aceite, panela, arroz, fríjol, lenteja, garbanzo, pasta, salsas, enlatados, leche en polvo, huevos, artículos de higiene y libros/juegos para sus hijos e hijas).

Medidas contra los mal llamados “clientes” (demandantes, prostituyentes)

  1. Tener en cuenta que los hombres que pagan por acceder sexualmente a las mujeres son quienes se mueven libremente y pueden transmitirles el virus.
  2. Se recomiendan controles y multas para quienes busquen a las mujeres o las trasladen para utilizarlas.
  3. Se recomiendan campañas en medios de comunicación para promover estas medidas y desestimular la demanda de explotación sexual de mujeres y niñas.

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